Si fotografiamos un sujeto en movimiento con una velocidad lenta, aquel dispondrá durante la exposición de tiempo suficiente para que su imagen se desplace.
Pero los valores elevados detienen el movimiento.
Velocidades rápidas: superiores a 1/60 segundos; el obturador permanece abierto muy poco tiempo dejando pasar menos luz hacia el elemento fotosensible.
Con ellas se consigue congelar el movimiento.
Velocidad lentas: inferiores a 1/60 segundos; el obturador permanece abierto más tiempo dejando pasar más luz.
Con ellas se consiguen imágenes movidas, desplazadas, otorgando mayor sensación de desplazamiento.
En estas velocidades es recomendable usar un trípode para evitar que se mueva la cámara por el pulso.